2 sept 2010

El cine en nuestras vidas


Desde muy pequeña ir al cine me resultaba fascinante. Desde el momento en que uno llega a la taquilla, el aroma a palomitas nos motiva a ver una pelicula que nos tenga al filo del asiento. Recuerdo tanto la experiencia del cine clásico. Sin comerciales consumistas ni tickets de material fino.

De niña, los boletos eran de papel revolución, y no tenian impreso el nombre de la pelicula o la sala, simplemente te admitian la entrada y uno se quedaba en permanencia voluntaria al ver el principio de la  película a la que se llegó tarde. (3D? qué es eso!? sólo en Disneyland)
Dentro de la sala, habian vendedores de colgantes fluorescentes, y muéganos.

Mirar a las espaldas el proyector desde el asiento, parecia ser el túnel de luz que te lleva al más allá.
Son esos tiempos en que la gente podía hacer comentarios en voz alta, reir, gritar, llorar; niños preguntones con sus papás, inquietos por lo que le iba a suceder a Dumbo...
Las personas no eran tan intolerantes, no hacian "SHHH"... no había que apagar el celular. Seguro una pareja de novios se comia a besos en el último asiento, en la parte más oscura del cine.

Hoy me imagino lo que se habrá sentido estar en la primera sala de cine de toda la historia, ver una pelicula musicalizada en vivo en esa época.

Reviviendo esa sensación, ¿alguno de ustedes recuerda el autocinema?, ¿lo limitada que era la dulcería de los cines?, ¿Que uno podía llevar sus propias botanas?, ¿Los juguetes y posters que se vendian afuera de la sala cuando había un estreno infantil?, simplemente, ¿La emoción de saber que iríamos al cine?